Por Raúl Tavolari O.
En esta columna el profesor Tavolari recuerda la trayectoria y el legado del profesor Hugo Pereira.
Cuando el frío invierno de Santiago cumplía sus primeros días, ha fallecido Hugo Pereira Anabalón, sin dudas, uno de los tres más importantes procesalistas chilenos de mediados del siglo 20. Hijo de la educación pública, estudió en el Liceo de Aplicación su educación secundaria, ingresando a la Universidad de Chile primero, a estudiar Economía y, luego, Derecho. Se tituló con una tesis sobre “Los Planes Económico-Sociales de Postguerra”, anticipando, ya con este trabajo, el compromiso político y social que lo acompañó durante su fructuosa trayectoria académica y profesional. Fue Director del Seminario de Práctica Forense de la Escuela de Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y, prontamente, comenzó a publicar artículos y comentarios, destacando, en el ya lejano 1947, su artículo “Las Condiciones de la Libertad” en la importante Revista Occidente.
En 1952, fue designado Profesor Ordinario de Derecho Procesal de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
Además de una enorme cantidad de artículos y colaboraciones, vendrían luego sus libros, entre los que no puede dejar de recordarse, el Derecho Procesal del Trabajo, La Cosa juzgada Formal en el Proceso Civil de 1954, La Cosa Juzgada en el Proceso Civil y su Curso de Derecho Procesal que, recogiendo parte de las lecciones que impartió en la Facultad, representa, gráfica y elocuentemente, su ideario científico.
Recordaba siempre, con afecto y admiración -como no- a Couture, con quien compartió durante una estadía que efectuara en Montevideo y a quien visitó, repetidamente, en esa entrañable casa de Bulevar España, gozando de la hospitalidad del notable Maestro quien, con su generosidad reconocida, puso su biblioteca a disposición de Hugo. Tal es el origen de su libro de 1954.
Se desempeñó, con brillo, como abogado de la Contraloría General de la República mientras, simultáneamente, ejercía la cátedra, para más tarde, en tiempos del Gobieno de Salvador Allende, ejercer el cargo de Consejero del Consejo de Defensa del Estado, hasta que en los tiempos de convulsión política de los años 70 y como consecuencia del golpe de Estado, fue exonerado de la Facultad, a la que no volvió hasta el año 1996.
Optando por un breve exilio, tuvo un fugaz paso por Inglaterra y México, siempre vinculado con el Derecho Procesal, retornando a Chile, en 1975, para incorporarse, como fundador, al denominado Grupo de Estudios Constitucionales, conocido como “Grupo de los 24”, en el que se desarrollaron las bases para una Constitución Democrática y para desempeñarse, algo más tarde, como Profesor de Derecho Procesal en la Universidad Central.
Sin embargo, cuando en abril de 1984, convocados por el profesor de Concepción, don Carlos Pecchi, a insinuación de don Niceto Alcalá Zamora y Castillo, nos reunimos en esa ciudad, para constituir el Instituto Chileno de Derecho Procesal, un conjunto de Profesores de las cinco Facultades de Derecho que, para entonces, existían en el país, Hugo fue elegido Director del Instituto en uno de los cupos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Concepción, la que, generosamente, se lo cedió, entre otras razones, en atención a sus indiscutidos méritos académicos.
Se reincorporó, empero, sólo en 1996, a la Facultad, ejerciendo con lucimiento su cátedra de Derecho Procesal, en esta institución que, más tarde, lo distinguiría con el grado de Profesor Extraordinario de la Universidad de Chile.
Hugo Pereira participó, representando a Chile, en numerosos Congresos y Jornadas internacionales, de entre los cual cito el Primer Congreso Mexicano de Derecho Procesal y las Segundas Jornadas Latinoamericanas de Derecho Procesal, en el año 1960; las VIII Jornadas iberoamericanas de Derecho Procesal de Quito; las XII Jornadas, celebradas en Mérida, España, en 1990, ocasión en que fue ponente general del tema “La protección de los derechos humanos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, las XIV Jornadas Iberoamericanas de La Plata, en 1994, etc.
Su calidad y versación se refleja en las instituciones a las que perteneció: Hugo fue Miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal de Derecho Procesal, del Instituto Español de Derecho Procesal, del Instituto Mexicano de Derecho Procesal, fue Miembro Correspondiente del Centro de Estudios Procesales de Rosario, Miembro Honorario de la Asociación Argentina de derecho Comparado (Filial Rosario) y como anoté, Miembro del Instituto Chileno de Derecho Procesal.
Hugo Pereira Anabalón tuvo el mérito de conformar un pequeño grupo de insignes procesalistas que en el Chile de los años 50’, se elevó por sobre el procedimentalismo imperante, para impartir lecciones y practicar análisis de dogmática jurídica, desde la perspectiva de una Teoría General del Derecho y de las grandes instituciones, en especial, desde la óptica del Derecho Constitucional. No en vano, en sus trabajos encontramos repetidas citas, no solo a Loewenstein sino a Kelsen, Savigny, Jèze. Montesquieu,etc. Sus ideas sobre el enfoque que corresponde conferir al Derecho Procesal, se puede, resumir en estas palabras “…La secuencia histórica de la etapa de los prácticos a los procedimentalistas y de ésta a la del procesalismo científico, no es sino la de la superación progresiva de métodos cada vez más afinados para la comprensión de la realidad, que darán paso a otros que desconocemos o apenas se divisan. Con razón expresaba Valentín Letelier que “sin la alquimia no conoceríamos la química, sin la astrología, no conoceríamos la astronomía. Copérnico supone a Ptolomeo, y Comte y Spencer, a Bacon y Descartes…”
No es posible referirse a Hugo Pereira Anabalón – este gran procesalista – sin aludir a su dimensión política. Un hombre que no obstante pertenecer a una clase media acomodada del país – hijo de un prospero comerciante y de una de las primeras químico farmacéutico chilenas – fue siempre un hombre de izquierda, cuyo pensamiento se centró en el socialismo democrático, y especialmente en una dimensión libertaria.
Para él, una visión completa del humanismo que profesaba, pasaba necesariamente, por el hombre político, cuyas ideas no podían ser transadas.
Hombre culto, por excelencia, profesaba gran admiración por Pablo Neruda, cuyos “Veinte Poemas de Amor”, recitaba de memoria. Soy Hijo de una generación que creció recitando a Neruda, solía repetir.
A mediados de los 80’, es electo Director del Colegio de Abogados y, en los 90’ ejerce como Abogado Integrante (conjuez) de la Corte de Apelaciones de San Miguel. A comienzos de la primera década de los 2000’ concluyó su actividad jurisdiccional, como abogado integrante titular del Tribunal de Cuentas de Segunda Instancia, contemplado en la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República.
Hugo Pereira fue un jurista que vivió con gran consecuencia, intelectual y política: hombre franco y apasionado, jamás ocultó sus ideas para agradar al auditorio. Su obra constituye un hito en el desarrollo del Derecho Procesal chileno y, como todos los que abren caminos, tuvo reparos y oposiciones, que combatió con denuedo y honradez intelectual, convenciendo, en ocasiones y sin lograrlo, en otras, pero demostrando, en toda ocasión, su sólida formación jurídica y una congruencia valórica a toda prueba.
RAÚL TAVOLARI OLIVEROS
Julio de 2015
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